MOM IN LAW ISSUES

Mes de mayo, mes de la madre, lo escuchamos en todos lados desde el 15 de abril, todas las marcas y prestadores de algún servicio dicen que el 10 de mayo es una de las fechas con mayores ventas en México, casi todos festejamos a las “reinas” de la casa, reinas por lo menos ese día, claro, si es que no les tocó cocinar la comida de su festejo. Sin embargo, en esta ocasión no hablaré de los tan nombrados y conocidos mommy issues que tenemos la mayoría de las mujeres, quiero más bien, dedicar este artículo a las mamás que no son nuestras, pero que tenemos que aprender a convivir o por lo menos tolerar, por ser las madrecitas santas de nuestras parejas.

Voy a comenzar contándote una historia de la vida real que le sucedió a la prima de una amiga, ya sabes, esas historias que a muchas nos tocan vivir. 

Esta historia comienza como una película de amor donde dos personas, desde que se conocen, intercambian fuegos artificiales internos que se activan cada vez que uno está cerca del otro. Comienza como un amor prohibido, pues él está ocupado en una relación de noviazgo de muchos años en la que lo cotidiano y lo esperado pierden atractivo frente a la novedad y lo completamente distinto. Diana trabaja como Gerente en un corporativo y su nuevo colega, René, acaba de entrar. 

Desde que se conocieron se gustaron y vieron la forma de pasar tiempo juntos, René era un hombre honesto que, aunque le encantaba Diana, no se atrevía a fallarle a su novia con la que llevaba 7 años de relación, y quien obviamente esperaba pronto comprometerse. René cambió de trabajo, precisamente para poder mejorar sus ingresos y, entonces, poder dar el gran paso del matrimonio, sin embargo, no contaba con la aparición de Diana en su vida. 

Fueron pasando las semanas y los días, hasta que después de dos meses, un día que Diana se quedó hasta tarde en la oficina, al salir, el vigilante le dijo que se sentía muy mal, que quizás estaba teniendo un paro cardiaco, a lo cual Diana, que estaba muy nerviosa empezó a gritar: ¡ayuda! ¡¿hay alguien más en la oficina?!, hola… y, de la nada, salió René de una sala de juntas corriendo al auxilio del grito de Diana. Entre los dos ayudaron al vigilante, Diana se fue en la ambulancia con el señor mientras René la seguía en su auto. Ya en el hospital, cuando don Ramón, el vigilante, estaba fuera de peligro y su esposa había llegado, Diana se soltó llorando en los brazos de René y le repetía todo el tiempo: “gracias, no sé qué hubiera hecho sin ti”. René la abrazó fuerte contra su cuerpo y le dijo: “no estás sola, desde ahora yo cuidaré de ti”.  Así que René tuvo que hacerse cargo de sus palabras e ir a hablar con su novia Karina, que estaba esperando un anillo y lo que recibió fue un:  “no eres tú, soy yo”. Obviamente Karina reaccionó muy mal a la noticia de René, lo amenazó con suicidarse si la dejaba, no quería dejarlo ir de su casa e hizo de todo para evitar lo inevitable. René logró irse, aunque lleno de remordimiento y tristeza por el dolor que le había causado la noticia a Karina, sin embargo, él pensaba que nunca había sentido lo que sentía con Diana y que eso lo valía todo.  Diana y René estuvieron felices y muy enamorados, pero sólo por unos cuantos meses, porque no habían contado con que Karina no se rendiría tan fácil.

Al irse René de su casa, Karina llamó a Laura, la madre de René; Karina y Laura fueron muy cercanas durante esos 7 años, aunque tuvieron sus diferencias se querían y frecuentaban mucho. Laura era una mujer muy controladora, había criado a sus dos hijos varones sin el papá, ya que cuando estaban casados él se fue de la casa, pues se enamoró de otra mujer, con la que se casó. Cosa que Laura jamás le perdonó, así que les dijo a sus hijos siempre que su padre no los quería, pues los había cambiado por unas nalguitas. Así que cuando Karina le contó a Laura que René había terminado la relación, Laura en un inicio le decía que no se preocupara, que seguramente era una crisis por el miedo que podría estarle dando el matrimonio, pero que ella estaba segura que recapacitaría. Aunque Laura sabía que tendría que hacer muchas cosas para que su hijo recapacitara, pero estaba dispuesta por la felicidad de su hijo, y la de ella.

Todo empeoró cuando Karina se enteró que se trataba de otra mujer y  que René estaba muy enamorado, lo cual le informó a su ex suegra. Y, entonces, explotó la bomba. Laura le reclamó a René, lloró y lloró, le dijo que era igual a su padre, que era un poco hombre, que dejaba a una buena mujer por unas nalgas, que se iba a arrepentir, que la tal Diana seguro era una gata, y un sinfín de reclamos y ofensas para René y para Diana, a quien ni siquiera conocía.

Mientras todo este drama sucedía en la vida de René, Diana lo notaba distante y más ocupado de lo habitual, ella sabía que la madre de René tenía muy buena relación con Karina, pero no sabía que Laura se tomaría la situación tan personal y que se metería en las decisiones a tal grado. El día que Laura conoció a Diana, se paró al baño para hablarle a Karina y enviarle una foto que le había tomado a Diana, y le dijo que no había de qué preocuparse, que estaba segura que sólo era una calentura de su hijo y que “eso” no iba a durar mucho tiempo, pues ella, ósea Laura, iba a ayudar para que la tal Diana se fuera rápido de sus vidas.

Sin embargo, el tiempo pasaba y, aunque Laura inventaba historias y cosas para que René no fuera a ver a Diana o se decepcionara de ella, René estaba cada día más enamorado de ella, a tal grado que a los 6 meses de noviazgo le dijo que quería casarse con ella lo antes posible. Sin embargo, Diana ya veía algo raro en la relación de René con su madre y también sentía el desagrado de Laura hacía ella. Con decirles que en una ocasión Laura inventó que la vecina la había golpeado y tirado por las escaleras, para que René se fuera a cuidarla y no pasara el fin de semana con Diana. Y así como esa, muchas historias. 

Así que Diana no estaba tan convencida de querer compartir su vida con René y, sobre todo, con su madre. A los 8 meses de relación, Laura le pide a René que se vaya a vivir con ella, pues al parecer habían asaltado a algún vecino y tenía mucho miedo, René accede, y desde el primer día Karina empezó a visitar a Laura casi todos los días.

Para no hacerles el cuento más largo y tortuoso, Laura consigue que René dude de su relación con Diana y, después de peleas y discusiones, Diana decide terminar su romance “perfecto”. Después de un año, René se casa con Karina y tienen dos hijos, a los 10 meses de casados, Karina corre de su casa a Laura y le dice que no la quiere cerca de ella ni de su familia. René, sigue manteniendo a su madre a escondidas de Karina y cada que se pelean, que es muy seguido, se va a casa de su mami a que lo cuide y consuele por todas las cosas horribles que le hace su desgraciada y mal agradecida esposa.

Diana hizo su vida y no extraña para nada a René ni a su mamá, aunque le parece que René y ella hubieran podido ser una buena pareja si él hubiera sido huérfano de madre.

En esta triste historia, pero muy común, podemos ver cómo a veces las madres creen que sus hijos les pertenecen y que tienen derecho a meterse en sus vidas y decidir por ellos. ¿Quién es responsable en esta historia de este drama? Podría decirte que todos los participantes, sin embargo, René tenía una relación enfermiza con su madre, en donde cada que su madre lo chantajeaba, él accedía por temor a ser abandonado y no amado. Obviamente esto desde el terreno inconsciente, y Laura depositó todos sus miedos, y frustraciones en su hijo, quien, al enamorarse de Diana, le reavivó la herida que se originó al irse su esposo con otra mujer. 

Laura se aferró a sus hijos al sentirse abandonada por su marido, y adoptó a René como marido sustituto, creyendo que por ser su madre, él le pertenecía, y ella, por la misma razón, sabía más que él, lo que a él le convenía. ¿Te parece familiar esta idea? Así que, si tu historia, o tu suegra, es similar a esta historia, no te digo que te vayas, sólo que estés atenta y pongas límites muy claros para que, aunque tu suegra no te quiera y sea complicada la relación, seas tú y tu esposo quienes estén al frente de su familia y quienes toman las decisiones. Y si en algo te identificas con Laura, querida lectora, por favor suelta a tus hijos, permíteles cometer sus propios errores, retoma tu vida y deja que tus hijos construyan la propia, te prometo que entre más los sueltes, más cerca de ti querrán estar. 

Y, si fuiste una Diana, ¡bravo!, ¡de la que te salvaste!

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