Vibración que sana

Aunque sea una de las ramas menos conocidas del Yoga, el canto de mantras es una poderosa herramienta para la sanación. Los mantras son frases o palabras que tienen un impacto físico, mental y espiritual en quien los canta, incluso cuando se desconoce su significado.

Te lo explico desde el punto de vista científico. Al cantar, se activa el diafragma para generar ingreso de aire a los pulmones y es la expulsión de dicho aire lo que estimula las cuerdas vocales produciendo el sonido, las diferentes notas que se emiten por la boca. La activación de los pulmones, los músculos intercostales, los músculos del cuello y demás accesorios de la respiración, proviene de una respuesta a un comando del sistema nervioso. Esa relación es de dos vías, de manera que la vibración producida también tiene un efecto sobre el propio sistema nervioso, específicamente sobre el S.N. Parasimpático, pues se estimula el nervio vago, el más largo del cuerpo. Este nervio controla distintas funciones en la laringe, el diafragma, el corazón y la mayoría de los órganos del cuerpo.

En su paso por la zona cervical se ve afectado por lo que ocurre en la garganta; es por ello que la vibración al cantar estimula y modula las respuestas típicas del S.N. Simpático, como el estrés y ansiedad. 

Se ha demostrado que cantar mantras por 10 minutos puede disminuir incluso los síntomas de la depresión.

Pero hay mucho más detrás de esta maravillosa práctica. Cuando hablamos o cantamos se genera una vibración física; son ondas de energía que se generaron con un pensamiento y que afectan el entorno. Por eso “vibramos” con algunas personas o cosas, o ciertos espacios nos dan “mala vibra”. En realidad, todo se expresa como energía y vibración, y nuestra mente percibe lo que “sintoniza” con ella, lo que vibra con la misma frecuencia. 

Los científicos dicen que cuando un mantra es cantado rítmicamente, crea un efecto neuro-lingüístico. Sólo se necesita repetirlo muchas veces, manteniendo la pronunciación, las pausas y la fuerza del canto. La magia ocurre con el tiempo.

Sin embargo, conocer el significado de lo que estamos cantando potencia los resultados al máximo. La mente se enfoca en un propósito, se producen y liberan químicos en el cerebro, que tienen un efecto calmante y sanador en el cuerpo. Este efecto se denomina psico-lingüístico, que, sumado al poder de la repetición simple, es la base de la capacidad curativa de los mantras. 

La práctica de asanas (posturas) que se inicia y finaliza con el canto de mantras, es un camino para conseguir estados meditativos profundos mientras percibimos los beneficios de la respiración y el movimiento. 

Te propongo un experimento. Busca un espacio privado y siéntate cómodamente, puede ser en una silla. Mantén la espalda alta y apoya las manos sobre tus piernas. 

Inicia tu temporizador para contar 5 minutos. Cierra los ojos y regálate un minuto de pura observación, de sentir y notar todo lo que puedas respecto a tu cuerpo: el apoyo de tus  glúteos, el calor de tus manos, el aire rozando tus fosas nasales… cualquier cosa que puedas percibir. 

Con mucha suavidad, empieza a tomar inhalaciones más largas y exhalaciones más completas, encontrando un ritmo de respiración profundo, lento, consciente.

En cuanto te sientas preparadx, empieza a pronunciar la sílaba OM con cada exhalación, apenas audible.  Junta tus labios para alargar la pronunciación de la letra “M”, dejando que el aire salga por la nariz. Inhala y repite todas las veces que puedas, hasta que suene tu reloj. 

Permanece con los ojos cerrados y nota la vibración que quedó en tu pecho y garganta por unos segundos más.

Ahora, abre los ojos y haz un escaneo visual a tu alrededor haciéndote consciente de cada detalle en lo que te rodea; textura, color, brillo, tamaño, forma. 

Poco a poco, ponte de pie y empieza a caminar por el espacio recorriéndolo con curiosidad por un par de minutos. Detente sobre tu tapete con los pies al ancho de las caderas y junta las palmas de las manos frente a tu pecho en postura de rezo. Inhala y repite la sílaba OM tres veces. Vamos a empezar a movernos con la intención de mantener esa vibración en la garganta.

En esta oportunidad, te propongo tres posturas de equilibrio sobre un pie. No sólo son un reto para el cuerpo, sino para la mente que tiende a distraerse y nos sabotea el balance. En cada posición busca un punto fijo a la altura de tus ojos y ancla allí tu mirada. Si puedes, vas a mantenerte repitiendo el sonido OM al exhalar mientras permaneces en el equilibrio. 

Postura 1

  • Pasa el peso a un pie y trae la rodilla contraria a tu pecho, tómala con tus manos e inclina el torso hacia la pierna. Puedes quedarte allí o extender la rodilla y tomar el tobillo o el pie manteniendo el torso plegado hacia la pierna. Sostén la posición por cinco respiraciones y descansa. Haz lo mismo con la otra pierna… ¡ya sé que no es fácil! Ayúdate manteniendo el foco en la respiración y en el sonido que estás emitiendo.
 

Postura 2

  • Busca tomar tu empeine derecho por detrás de tu espalda con la mano derecha. Puedes ayudarte apoyando la otra mano en una silla o en la pared. Si te encuentras medianamente cómodx, inclina un poco el torso hacia el frente y separa el pie derecho del glúteo, buscando arquear un poco la columna. Mantén 5 respiraciones y hazlo con la otra pierna.
 

Postura 3

Ahora trabajaremos en el plano frontal. Flexiona tu rodilla derecha y tómala lateralmente con la mano de ese lado. Puedes quedarte allí o extender la rodilla y tomar el tobillo o el pie. Lo que hagas con el otro brazo no es importante, lo principal es mantenerte concentradx en el equilibrio. Permite que la vibración y el sonido te “sostengan”. Después de 5 respiraciones, hazlo con la pierna izquierda.

 

Al finalizar, siéntate de nuevo, cierra los ojos y conecta de nuevo con tu respiración. Observa qué cambió en tu mente, dónde está ahora tu atención, cómo es el ritmo de tu respiración, de los latidos de tu corazón. Por un minuto, permítete reconocer el efecto del trabajo físico sobre tu cuerpo.

Vuelve a juntar las palmas frente al pecho y cierra tu práctica repitiendo dos mantras: la sílaba OM una vez y la palabra SHANTI (paz) tres veces. Es una manera tradicional de cerrar las prácticas honrando tu proceso y emanando paz desde el centro de tu ser.

¡Sigamos repartiendo luz y buena vibra!

Namasté 

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